Quizás por el momento en que
actualmente me encuentro, me he atrevido a escribir sobre la Amistad y muchas
cosas más.
Es difícil intentar dar
significado a un concepto tan difuso como éste y para ello, voy a apoyarme en la definición oficial que
establece la RAE.
A partir de ahí, intentaré explicar qué significa para mí o
para mi forma de entender, el concepto que nos ocupa.
Pues bien, según la RAE, la Amistad es el afecto personal, puro y
desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el
trato.
Es una relación entre dos o más
personas, basada en la comunicación, la comprensión, el cariño y, como no, el
afecto y amor.
Forma parte
de nosotros en el momento que comenzamos a comunicarnos. Es ahí, cuando
comenzamos a establecer y forjar numerosas relaciones interpersonales en las
que volcar nuestros sentimientos, de una forma más o menos intensa o, con mayor
o menor grado de implicación, dependiendo de la afinidad, intensidad y reciprocidad
afectiva que percibimos en los otros.
Científicamente, está demostrado
que la amistad anima el alma y estimula el corazón. Se conocen sus efectos
beneficiosos para la salud: activa alguna de nuestras áreas del cerebro y
libera sustancias hormonales que favorecen la relajación y el bienestar; muy
similar a la sensación que nos produce hacer ejercicio o correr.
Un profundo sentimiento de
amistad activa áreas muy particulares ya que, lo que sentimos cuando mantenemos
relaciones interpersonales con personas afines a nosotros, nos provocan cierto
reconocimiento, cerrando el paso a la agresividad, la desconfianza o la defensa
de nuestra propiedad o territorio. Y yo aquí, debo confesar que, soy una
persona que no tiene problemas para establecer cualquier tipo de relación
social con personas afines o no, a mi forma y manera de ser. Suelo ser bastante
confiada y generosa con aquellos que quieren entrar o formar parte de mi
círculo de amistad.
Para mí, la amistad significa
encontrar ayuda y consuelo sin tener que dar nada a cambio. No es posesión, ni
obligación sino que por el contrario, es libertad para establecer un vínculo
afectivo recíproco. Ese es mi concepto de amistad.
El significado de la amistad y el
tener amigos es algo que se instaura en la infancia y estas primeras adquisiciones
influyen en nuestro desarrollo posterior. Al principio, el niño se relaciona
básicamente con su familia (padres, hermanos…), pero poco a poco, a partir de
que comienza la edad escolar, se inicia en el proceso de socialización así como, el proceso de maduración comenzando a establecer los primeros lazos afectivos
fuera de su hogar, es aquí donde comienza a conformarse “nuestra personalidad”.
Es increíble, cuando llegamos a la edad adulta, ver que nuestros
círculos de amigos, con los que más afinidad tenemos, son aquellos que
conservamos desde la niñez o infancia.
Al igual que en las relaciones de
pareja, considero la amistad como una especie de relación íntima de dar y
recibir y, según la pirámide de jerarquía de necesidades humanas de Maslow; la
amistad se correspondería con las necesidades de “afiliación”: el amor, el
afecto y la pertenencia o afiliación a un cierto grupo social son necesidades que
se presentan continuamente en la vida diaria, cuando el ser humano muestra
deseos de casarse, de tener una familia, de ser parte de una comunidad, etc.
Responde a las necesidades humanas
de seguridad, aprobación de los demás, estar acompañado y sentirse comprendido
y querido.
La amistad es una forma de enriquecimiento personal, aprendemos a
dar y recibir cariño, a ser más generosos, pero además podemos aprender de las
experiencias del otro, de sus conocimientos y vivencias. Esto nos ayuda y es
necesario para crecer y madurar, ya que como he mencionado anteriormente, ayuda
a forjar nuestra personalidad. Si no es así, quizás no sea una verdadera
amistad lo que tenemos.
Por tanto, debemos saber
discriminar a aquellas personas que se acercan a nuestro espacio con un interés
o propósito. Éstas no son verdaderas amistades. Es lo que comúnmente conocemos como “personas interesadas” o “amigos sociales”. De esas amistades, hay que
apartarse ya que son tóxicas para
nuestra persona.
Hay mucha literatura al respecto
de cómo identificar o incluso apartarse de esas “amistades tóxicas”.
Por suerte, yo puedo decir que
cuento con verdaderas amistades que he ido estableciendo a lo largo de mi vida
pero, quizás en estos últimos años, he consolidado aquellas amistades que siento que están a mi lado porque realmente me quieren tal y como soy y, que me demuestran todos los días que están ahí cuando verdaderamente
los necesito, sin intereses y sin toxicidad.
Esta foto que adjunto a mi post,
reconoce a cada una de esas personas que siento a mi lado y a las que quiero
mantener cerca ya que me han ayudado en momentos duros, me respetan, me quieren
por como soy, sin interés, me acepta y sobre todo, me hacen reír. No entendería
mi vida hoy, sin ellas.'
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar un dulce comentario.....